Pollença inmersa en una poética orgánica.
Pollença, su Puerto, la península de Formentor y Cala Sant Vicenç conforman un destino cargado de contenidos, recorridos y paisajes que respiran historia por todos sus rincones.
Se trata de uno de los municipios que más invitan a visitar el por qué de su idiosincrasia, de sus costumbres, de sus lugares.
Pollença celebra fiestas prácticamente todo el año, donde aparecen la cultura, la festividad y la tradición a partes iguales. Desde enero, con els foguerons en commemoración de los santos Antoni y Sant Sebastià, pasando por la Feria del Vino en Semana Santa, las Fiestas de la Patrona y el Festival de Pollença en agosto, las fiestas del Port de Pollença y Cala Sant Vicenç; la Fira en noviembre… y muchas más.
– Festividad. San Antonio (17 de enero)
Lo más característico de esta celebración son las hogueras y el pino de San Antonio.
La tarde del sábado del santo, el 16 de enero, tiene lugar el concurso de hogueras.
Se trata de montones de leña con figuras alegóricas al santo oa la tradición local, que son encendidos entrada la noche.
La subida al pino es el verdadero plato fuerte de la jornada. Antiguamente era costumbre cortarlo de una posesión diferente cada año y plantarlo el sábado de la fiesta en la plaza Vieja. En la actualidad, una multitud de pollensines va a buscar el pino después de la cabalgata -o benditas de animales- la mañana de San Antonio, sobre el mediodía. El lugar elegido es, invariablemente, la posesión de Ternelles. El pino, previamente cortado y descortezado, es de grandes dimensiones, de entre 20 y 24 metros de altura. Después de comer, es estirado por voluntarios hasta la plaza Vieja de la ciudad, donde es enjabonado. Seguidamente se planta en el mismo lugar y los jóvenes se disputan el honor de ser los primeros en subir hasta la ramera, donde hay un gallo y una bolsa con papelinas.
– Tradición. El origen de las telas mallorquinas (teles de llengües)
El nombre de las telas de lenguas (llengües) se le otorga por la forma de lenguas de fuego que describen los dibujos de las telas. Antiguamente se les llamó “flamulas” por los característicos motivos que recuerdan las llamas de una hoguera.
Las telas de llengües mallorquinas se fabrican mediante una técnica ampliamente extendida en el mundo conocida con el término ikat. Se trata de una práctica milenaria de producción de tejidos mediante un procedimiento antiguo de teñido y para el que se requiere gran destreza. El hilo es tintado antes de ser tejido, y el motivo (dibujo) aparece a medida que se va trabajando.
Este tipo de decoración de telas llegó a Europa a través de la Ruta de la Seda procedente del continente asiático. En muchos países se adquirió y comercializó este tipo de telas durante varios siglos pero desde finales del siglo XVIII una ola de artesanos y artistas llegan a Mallorca de Francia a causa de la Revolución y se instalan en la isla siendo portadores de influencias que introducirán un nuevo estilo.
Las primeras muestras de tapizados de muebles o forros de paredes con roba de llengües se documentan en Mallorca a partir del siglo XVIII y principios del XIX, tanto en las casas ciudadanas burguesas y nobiliarias de la ciudad como en las del campo.
Los ikats siguieron fabricándose en Europa hasta después de la segunda Guerra Mundial, pero Mallorca es el único lugar de Europa donde aún perduran.
Durante el siglo XX los talleres mallorquines realzaron la singularidad de las telas de lenguas manteniendo y difundiendo con gran éxito sus telas. Tanto es así, que, hoy en día, las telas de lenguas se han convertido en un producto típico mallorquín para la realización de todo tipo de textiles.
– Cultura. Miquel Costa i Llobera
Miquel Costa i Llobera fue un poeta y sacerdote español nacido en Pollensa en 1854.
Hijo de una familia de propietarios rurales, huérfano de madre a los 11 años, creció muy influido por un tío suyo, médico de Pollensa, que le descubrió el paisaje local y el interés por los clásicos.